Documento del mes: noviembre de 2016

Archivo Municipal de Isla Cristina, Leg. 758, Noticias que facilita el Diputado Provincial D. Diego Pérez Pascual y se sirve dirigir a la Excma. Diputación Provincial.

El 20 de noviembre de 1871, el gobierno presidido por José Malcampo y Monge, en el reinado de Amadeo I de Saboya, publica una circular para elaborar una estadística de las distintas poblaciones de España, al modo de las que con regularidad venían efectuándose desde el siglo XVIII.

En virtud de la comunicación efectuada el día 25 siguiente, las Diputaciones Provinciales eran las encargadas de realizar dichas estadísticas, por lo que en Isla Cristina fue el entonces Diputado Provincial Diego Pérez Pascual, quien ya había sido alcalde en dos ocasiones con anterioridad.

El interrogatorio incluía preguntas relativas a la clase agrícola, la situación de los obreros ante la industria agrícola y sus relaciones familiares y sociales; esto mismo se volvía a repetir para menestrales y artesanos, los obreros del servicio marítimo y los obreros de fábricas.

La estadística fue enviada por Diego Pérez Pascual a la Diputación Provincial el día 5 de enero de 1872.

De entre todos los interrogatorios, extractamos las respuestas relativas a las fábricas de salazón por su significado especial.

En estos momentos del siglo XIX, unos veinte años antes de la aparición de las primeras fábricas de conservas, existían en Isla Cristina dieciocho fábricas de salazón, que dedicadas al “beneficio de las pesquerías, no usaban fuerza motriz alguna, puesto que su primera y única operación que podría necesitarla la efectúan por medio de barras de madera de cinco varas de largo; estas se ponen sobre un madero redondo que cubre la boca de la barrica, sujetando uno de sus extremos a barrotes prendidos en la tierra y del otro le cuelgan unas piedras grandes hasta que se considera con bastante prensa el pescado”.

“Cada establecimiento de salazón ocupa cuarenta personas distribuidas de la siguiente forma: 18 mujeres para espichar el pescado, o sea, meterlo por la agalla en varetas de jara; 6 hombres estibadores que son los que le ponen en las barricas; 3 hombres barreros para las operaciones de prensa con las barras; 6 hombres lavadores que lo hacen del pescado en pilas de material y antes de la estiba; 2 hombres pileros que los sacan de las chancas; 2 hombres repartidores que distribuyen el pescado a las mujeres para la espicha; 1 hombre contador que lleva la cuenta de los millares de cada barrica; 2 hombres acarreadores de agua para lavar el pescado”.

El jornal se recibía semanalmente a razón de día trabajado (seis en total) y difería de un puesto a otro: 26 los estibadores, 16 los pileros, 14 los barreros, 12 lavadores, repartidores y contador. Por último las mujeres, que recibían 10 reales de vellón diarios.

La jornada laboral también era diferente según la época del año, en primavera y verano trabajaban ocho horas, mientras que en otoño e invierno lo hacían siete. La jornada comenzaba al amanecer, teniendo una pequeña parada de 8 a 9 para el “almuerzo” y de 13 a 14’30 para la “comida”. Al caer el sol finalizaba la misma. La dieta solía estar compuesta por “carne de hebra, tocino y manteca de la sierra, arroz, garbanzos, frijoles, patatas, berzas y pescado fresco o salado”.

“Cuando en las fábricas no hay trabajo, se dedican al ejercicio de la pesca que es el más general en la población y cuando uno y otro falta suelen algunas familias trasladarse a los puntos de Cádiz, Sanlúcar y El Puerto; la traslación la efectúan en barcos de vela de esta matrícula y no les exigen retribución de pasajes”.

Los niños comenzaban como aprendices a la edad de 15 años, permaneciendo así hasta los 20, ganando en proporción al trabajo realizado. La vida laboral solía prolongarse hasta los 60 años.

La familia media solía componerse de cuatro o cinco miembros, con una media de edad de 35 a 50 años para los padres y de 16 a 25 para los hijos.

Los niños que no trabajan aún, asisten a la escuela de primeras letras existente en la población. “La ropa interior, ambos sexos, la visten en todas las estaciones del año de algodón. En primavera y verano la ropa exterior suele ser también de algodón; en invierno y otoño es de paño castor o lana de abrigo. Las mujeres además de la ropa interior de lana o algodón, visten la guinga [tela de algodón, palabra de origen portugués] o sarasa”.