Archivo Municipal de Isla Cristina, Leg. 712, Solicitud de plaza de maestro de primeras letras, 1808.
En la Isla Cristina actual contamos con ocho centros escolares de educación infantil y primaria, además de dos institutos de educación secundaria y numerosas guarderías, tanto públicas como privadas.
Hasta hace no demasiado tiempo, y durante siglos, la educación pública estaba muy poco generalizada, limitándose a las llamadas escuelas subvencionadas, donde el municipio pagaba el sueldo al maestro, y, evidentemente entonces, divididas por sexos.
Septiembre, mes tradicional de la vuelta a las aulas de profesores y alumnos, nos trae uno de los documentos relacionados con la educación más antiguo que conservamos en el Archivo Municipal, el nombramiento de un maestro en 1808, aunque por el mismo sabemos que no fue el primero con el que contó la actual Isla Cristina.
En el nombramiento realizado en la persona de Rafael de Rivera, hace ya doscientos ocho años, queremos homenajear a todos los demás que desde entonces se han encargado de la educación de los isleños.
El expediente comienza con la solicitud del propio Rafael de Rivera, preceptor titular de Latinidad, residente entonces en Ayamonte, quien sabedor de la vacante existente en la Real Isla de la Higuerita, y creyéndose con capacidad suficiente, solicita al Ayuntamiento el nombramiento para cubrir dicha plaza.
A continuación se reúnen el Teniente de Navío de la Real Armada, Ayudante Militar de Marina y Gobernador Político de la misma, Carlos Rodríguez de Rivera; el regidor decano suplente, Mariano Barón; y el síndico general, Pedro de Moya, quienes junto al escribano de número y de cabildo (secretario), Roque Barcia Ferraces, dan cuenta del título que presenta, expedido en Sevilla en 1805, y donde se nos informa además de la condición de clérigo de menores que ostenta el pretendiente, de la desaparición del anterior maestro y el desconocimiento de su paradero, desde hace unos cuatro meses, etc.
Entre las cláusulas para su admisión, que acordaron positivamente, estaba el pagarle anualmente mil cien reales, y le exigían que presentase también el título de Maestro de primeras letras.